«Erase una una vez….
La más pequeña… querida y atendida aunque tardía y a destiempo llegó. Es buena estudiante pero un día hace mal las cuentas. Es difícil aprender las tablas de multiplicar. A los 7 años es difícil… Madre Teresa se enfada mucho y le impone un castigo. Excesivo…: la encierra en la clase a ella solita y la niña se asusta y chilla, insulta, llora, patalea…se vuelve loca. Y es que solo tiene 7 años. Bofetadas y maltrato, culpable y mala, humillada…marcada para siempre.
Unas cuentas mal hechas al fin.
Separación y dolor y humillación y rechazo… Nunca más levantó la mirada y cuando lo hacía, mientras pasaba el tiempo, pedía amor a gritos! Enfadada. Aislada. Incomprendida.
Ella no sabía que lo que tenía a sus espaldas eran unas cuentas mal hechas para el resto de su vida. La herida cerró, en falso cerró y nunca más la pequeña se encontró. Pasaron muchos años hasta que pudo alzar sus ojos para mirar, para mirarse de nuevo.
Mientras tanto la vida ocurría. Creció, se casó, tuvo hijos. Un hermoso disfraz pegado a su piel le permitía pasar desapercibida, le decía que esto era la vida…que no Vida era lo que ella vivía..
Era miedo, falta de amor… La chiquilla miraba afuera buscando algo, esperando eso que no llegaba y sufría pero todo su esfuerzo se centraba en esbozar la mejor de sus sonrisas para que la amaran, la aceptaran, la quisieran. Todo para nada. El mundo se quedaba chico para su profundo sentir. Nadie la comprendía…aquella amiga del alma que la rechazó, y sus amigos de toda la vida se cansaron de escuchar sus lamentos.
¡Escuchadme por favor…soy buena…miradme.!
Y sufrió mucho. Y lloró más. Gritos y lamentos. Muda se quedó, sin respuesta, sin consuelo.
Un día… Ocurrió sin previo aviso. Simplemente ocurrió. «Me rindo» _dijo.
Y el Universo tejió un nuevo escenario para que aprendiera las tablas de multiplicar y mucho más. Apertura. Nueva mirada. El Amor. Y ahora mira y ya no es víctima ni hay culpables. Abre su mente, abre su Alma, se entrega, se descubre, se reconoce, se ama.
SI A LA VIDA!!!!!