Suena el despertador. Temprano. Muy temprano.
Quiero dormir más. Un chispazo de realidad, un día nuevo, lo que tengo por delante… Me levanto, me despierto poco a poco. Ya soy.
Silencio y oscuridad. Igual que en mi interior. Palpo esa distancia tan conocida que me conduce a mi rincón, mi fortaleza, mi espacio, mi silencio, mi respiración, mi cuerpo en posición. Es un regalo que me hago cada día.
La magia no sucede. Nada espero. Nada deseo. Nada tiene que ocurrir. Solamente yo y mi deseo de estar conmigo. Sola y en silencio. Conmigo. Con lo que soy y lo que es . Con lo que no veo y solo siento. Solo estar.
La mente fresca, dispuesta, abierta, virgen… Nada veo. Todo siento.
Ya no hay sueño.
Pasan los minutos y ya no cuestan, ya no son tiempo, son yo en forma de tic tac, sanadores y eternos… Y cuando abro los ojos de nuevo:
LA CALMA
Una ducha, un café, la Vida en mis manos, el corazón revoltoso, frescorcillo mentolado en mi interior.
Gracias, gracias, gracias!!!