Cuando llegas a cierta edad te crees que ya lo has vivido todo, que no te queda nada por aprender. Parece que las experiencias se han afianzado en tus carnes y que el corazón ha tejido una malla protectora para impedir que una vez más te sientas encogido, arrasado por el dolor y la tristeza…
La tristeza del corazón..
Pena es una cosa pero la tristeza…ay… es un pellizco que me nubla la luz del sol y me crea un nudo en la garganta, profundo, en una zona no identificada de mi cuerpo o de mi mente, no sé…
El dolor no tiene niveles, simplemente duele.
Como los días pasan y los años más, poco a poco me he ido acostumbrando a ciertas cosas, esas que dicen que son propias de la edad… Jo con la edad. Ahora estoy más en calma, en paz, la lucha inútil no me mueve, ni la útil tampoco. Me he vuelto egoísta ??? Mi equilibrio es lo más importante pero para alcanzarlo he tenido que colocar cada pieza del puzzle en su sitio y como han pasado tantos días hasta llegar a hoy, que es cuando reflexiono al respecto, crei yo que quedaban pocas piezas por colocar…Y lo más amado lo fui depositando en manos de la Vida, en el rincón más cálido, mullido y tierno que pude hallar para tan preciado tesoro.
Y creí que con eso ya había cumplido. Pero tras tantos días que ya son años, éstos que me habitan, he comprendido, hoy, sin ir más lejos hoy, que aún debo dar un paso más. De desapego y aceptación. De amor incondicional. De la incomprensión de lo que sucede a la comprensión del Amor profundo.
Mis hijos.
Mi mayor tesoro.
Eran tan pequeños…
Los cuidé, los mimé, alimenté sus días y sus noches y les regalé mi corazón en cada caricia y en cada canción. Hoy son hombres de bien. Son hombres de Amor. Y aunque lejos ya caminan al paso que la Vida les enseña…. Y aunque les sigo con la mirada hasta la lejanía como el arquero sigue a su flecha, creí saber lo que son y es que son todo menos míos.
Hoy ha cambiado algo. Hoy es un después tras el antes. Una comprensión profunda acerca del Amor, de la entrega y del apego (mejor dicho, desapego), me visita y me hace llorar porque nada sé y todo amo. Nada sé y todo entrego. Nada sé y sola lloro.
Ya no son míos y nunca lo fueron pero siento que se van…
Un poco más lejos. Aunque anidan en mi Alma…
Y me puede el llanto y la tristeza. Ese pellizco que no me deja respirar.
Sola vine. Sola estoy. Fue bonita la experiencia de compartir mi Vida con vosotros y hoy os dejo marchar. Hoy lo digo de verdad. Hoy lo siento como nunca. Hoy lo lloro para siempre.
Acerca de los hijos dijo Khalil Gibran:
«Podéis dar cobijo a sus cuerpos pero no a sus almas, pues sus almas habitan en la casa del mañana, que vosotros no podéis visitar ni siquiera en vuestros sueños»
Ni en vuestros sueños conoceréis el Amor que siento… !!! Gracias por darme el vuestro.