Para cambiar la mirada hay que cerrar los ojos.
Esto es, a tientas y que ocurra lo que tenga que ocurrir. Las percepciones de lo externo nos distraen, nos confunden, nos engañan… Imposible dar un paso hacia el vacío con la mente decidida, con razonamiento lógico, con motivos suficientes para hacerlo. Yo salto, allá voy, con todo lo que soy, entregada a lo que tiene que pasar. Como siempre digo, valiente acto de voluntad, entrega a la Vida…
Las percepciones. Los juicios. El ataque, la defensa, la razón, los motivos…. Falsa realidad que ocupa nuestra existencia.
Algún acto de acercamiento, deseo de conciliar, voluntad de solucionar, mejorar, cambiar… estoooo….¿el qué? No tengo el poder sobre mi compañero para que cambie su actitud, para que yo me sienta mejor ¡ Pero lo intento. Desde la parte más consciente, más amorosa de mí me acerco.
Calculando donde me encuentro yo pero sin idea del lugar en el que se encuentra él… Estiro mi brazo en suave caricia pero…. Guau!!!! Esto es como acercarse a uno de esos perritos pequeños, encantadores… que por pequeños tienen muy mal genio. Casi me arranca la mano de un “bocao”….Y donde despliegas caricias recibes un susto del demonio. Cuanto más chicos, más ladran, más miedo, más amenaza, más defensa…
Me retiro con un trozo de brazo menos y las lágrimas rodando por mi cara…
Recordando quien soy yo. Comprendiendo quien es él….
Recalculando…. Las órdenes del cerebro ya no me sirven… Recurro a las órdenes del corazón… Cuando puedo… cuando ya no duele tanto. Elijo paz….Elijo amar… lo que es…
Ahora toca trabajar el gusanillo de la soledad.
Tampoco es cuestión de ir recibiendo bocaos de perros chicos.
Y eso que me encantan los perros chicos! Y los grandes y bonachones también!
Dejo espacio, amoroso espacio para ellos, para mí…
…. Camino de individuación…
“Poquito a poco entendiendo que no vale la pena andar por andar….
Que es mejor caminar pa ir creciendo…”